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Una historia de Amor que florece en la piedra Itá Pucú

El evento que parece salido de un cuento de hadas, una historia agiornada a los tiempos que corren. Aline Kellermann de Freitas & Aníbal Fernando Parera contrajeron matrimonio en el monumento natural de todos los mercedeños.

Una historia de amor desde la majestuosa piedra Itá Pucú

Este acontecimiento que en los libros de historia va a quedar como la primera boda en la majestuosa piedra Itá Pucú.

El fotógrafo del evento señalo en su cuenta de facebook, “Primera Boda histórica realizada en Ita Pucú, piedra icónica declarada de interés municipal en la ciudad de Mercedes Corrientes.”

La ceremonia fue acompañada con invitados que hicieron la travesía para llegar a este bello lugar. En un encuentro que reunió a cerca de 100 personas.

Contrajeron enlace matrimonial “Aline Kellermann de Freitas & Aníbal Fernando Parera” dos romántico de los buenos que todavía quedan.

Ambos son de la ciudad de Mercedes y muy probablemente con este acto, se conviertan en la inspiración de otras parejas que decidan dar el sí.

La escena parece salida de un cuento de hadas, y si bien el lugar propiamente dicho encierra una leyenda de amor.

El mito que existe además de la leyenda propiamente dicha es que las parejas, arrojan como símbolo de su amor unas rocas o guijarras encima de la piedra.

Ubicada a 40 kilómetros de la ciudad de Mercedes, este monumento icónico que técnicamente es un accidente geográfico acuña hoy una historia de amor oficializada.

Un poco de la Leyenda

ITÁ PUCÚ: una chica que se llamaba Mirí, estaba enamorada locamente de Itá. Cada atardecer después de terminar sus tareas Itá iba hasta el cañaveral cerca del lago, ahí donde estaba la choza de Mirí. Ella siempre estaba ahí esperándolo,muchas veces triste a causa del sufrimiento callado, pero él nunca se le preguntó el porqué. Y de repente un día Itá se fue sin decirle nada. Mirí lo estaba esperando en vano. Creía que algo muy importante le habría pasado y salió a buscarlo. Fue a su casa, a su tribu, lo buscó en otras regiones pero nada. Desesperada regresó, cuando no creía que volvería a verlo y, lo encontró. Él estaba allí, fuerte, tranquilo, no se había movido del lugar, pero estaba con otra mujer. Mirí se acercó y lo llamó, pero él no contestó. Entonces ella le puso una mano sobre el hombro y, él se volvió y la miró con tanta frialdad que la pobre Mirí se quedó sin aliento, pero algo le impulsó a decir Itá y, en aquel momento Itá se convirtió en piedra dura y fría. Fue el milagro de Mirí, de su ternura, de su sufrimiento. Y allí están, Itá firme, alto ( pucú en guaraní) erguido, duro, frío, rodeado de peñascos más bajos que recuerdan el corazón de Mirí. Los enamorados suelen visitar el lugar y, dejar cada uno un guijarro en lo alto de Itá, como súplica de eterna felicidad.