Tras 22 años de ocupar un terreno fiscal en Mercedes, Corrientes, «El Gordo» Contreras se vio obligado a desalojar su hogar, desatando una triste historia que refleja las complejidades del sistema judicial y las consecuencias para quienes más lo necesitan.
Contreras, quien había solicitado y obtenido el permiso del intendente para asentarse en el lugar, se enfrentó a un giro inesperado cuando los propietarios legales reclamaron el terreno. Pese a contar con la documentación que avalaba su permanencia, el proceso judicial se encaminó hacia el desalojo.
«Uno tiene una costumbre de estar en su lugarcito, bueno, pero bueno, es así la vida. Hay que seguir aprontándonos», expresó Contreras, visiblemente afectado por tener que abandonar el hogar que había construido durante más de dos décadas.
La angustia se intensificó cuando la madre de Contreras, una mujer mayor, se resistía a dejar la vivienda, sin comprender del todo la situación. «Ya está viejita, ya está mayor y bueno, este, y bueno, ya no entendía mucho el sistema, pero bueno, ya no quería irse», relató el desalojado.
Tras intensas negociaciones y explicaciones, la familia logró convencer a la mujer de la necesidad de abandonar el lugar. Sin embargo, Contreras mantiene la esperanza de poder recuperar el terreno mediante el proceso legal, ya que asegura contar con toda la documentación necesaria.
La decisión del juez de ordenar el desalojo, sin atender a las explicaciones del abogado de Contreras, deja entrever la rigidez del sistema judicial, que en ocasiones parece ignorar las realidades y necesidades de las personas más vulnerables.
Ahora, Contreras y su familia se ven forzados a reiniciar sus vidas en un nuevo hogar, lejos del espacio que habían construido a lo largo de dos décadas. La incertidumbre y la incomodidad del cambio se suman a la angustia de enfrentar un futuro incierto.
Este caso pone de manifiesto la necesidad de un sistema judicial más sensible y dispuesto a contemplar las particularidades de cada situación, especialmente cuando se trata de personas en situación de vulnerabilidad. Mientras Contreras y su familia continúan luchando por recuperar su hogar, su historia se convierte en un llamado a la empatía y la búsqueda de soluciones justas.